Las temperaturas altas pueden impactar directamente en el rendimiento, reduciendo la polinización y la fotosíntesis neta, pero de acuerdo con investigaciones de campo y modelos de simulación, el impacto más grande muy probablemente se da por la interacción del calor y el estrés hídrico.
Altas temperaturas crean un déficit de presión de vapor (DPV) entre la hoja interior saturada y el aire del ambiente. Esto ocasiona que la tasa de transpiración de la planta se incremente colocando una demanda mayor en el suministro del agua en el suelo y potencialmente acelerando el estrés por sequía.
El DPV es la diferencia entre la cantidad de agua que el aire puede mantener cuando está saturado y la cantidad que ahora tiene. Combina la humedad relativa y la temperatura en una sola variable para describir el potencial evaporativo de la atmósfera.
Entre mayor sea el DPV entre la hoja interior y el aire que la rodea la tasa a la cual el agua será expulsada de la planta y evaporada será mayor. La temperatura es importante para esta ecuación porque el DPV aumenta exponencialmente con el incremento de la temperatura, aún cuando la humedad relativa se mantenga constante.