Agentes Causales: es causado por un mollicute (bacteria sin pared celular). Spiroplasma kunkelii es la especie detectada en nuestro país. Esta se encuentra usualmente asociada al Virus del Rayado Fino del Maíz (MRFV).
Síntomas: Son similares a los producidos por otras enfermedades y alteraciones fisiológicas, por lo cual solo se tiene la seguridad del diagnóstico enviando muestras para analizar mediante técnicas serológicas o mediante marcadores moleculares. Los síntomas visuales más comunes son aparición de estrías cloróticas en la hoja de la espiga, acortamiento de entrenudos, enrojecimiento de los bordes de las hojas, múltiples espigas, engrosamiento del tallo, fallas en la polinización, corte del llenado de granos entre otras (Fig.1). En el caso de MRFV produce pequeños puntos cloróticos alineados acompañados de una reducción de crecimiento.
Los síntomas de spiroplasma se pueden presentar aislados o una combinación de ellos dependiendo del momento de infección y del hibrido.
Fig. 1: Algunos de los síntomas característicos de Spiroplasma.
A) bandas cloróticas en la base de la hoja; B) Múltiples espigas; C) Interrupción del llenado de granos y D) acortamiento de entrenudos y enrojecimiento de las hojas.
El patógeno se reproduce dentro de la planta obturando los vasos del floema e impidiendo el transporte de azúcares hacia los puntos de activo crecimiento. Esto induce a alteraciones fisiológicas y nutricionales. La intensidad de estos síntomas está directamente relacionada con la cantidad de inóculo inicial, el momento de la inoculación, la temperatura (óptimo entre 17° y 32°C) y el híbrido. El momento de mayor susceptibilidad de la planta es de la fase de emergencia hasta la etapa vegetativa de V9-V10, la infección durante esta etapa puede producir reducciones del rendimiento del orden del 60%, infecciones posteriores tienen un efecto muy leve.
El único huésped conocido en Argentina es el maíz y no persiste en el rastrojo.
El patógeno es transmitido en nuestro país solo por un insecto vector (Dalbulus maidis).
Es un cicadellido comúnmente denominado “chicharrita”, mide de 4-5 mm, oviponen sobre las hojas protegido dentro del cogollo. Es una especie de gran actividad biológica y capacidad de dispersión. Posee cinco estadios, la hembra pone alrededor de 600 huevos y el ciclo es muy dependiente de la temperatura siendo la óptima de 26° a 32°C. El ciclo se cumple de 23 a 27 días. Las ninfas nacen libres del patógeno y al igual que el adulto lo adquieren al alimentarse de plantas enfermas. El adulto sobrevive en promedio 45 días, aunque los adultos invernantes pueden llegar a sobrevivir hasta 90 -120 días.
Fig 2: Insecto vector: Dalbulus maidis.
El manejo de la enfermedad debe ser realizado desde un punto de vista integral y a nivel regional.
Se basa en cinco pilares:
1. Eliminación de maíces guachos: Es fundamental esta práctica debido a que son fuentes de inóculo y refugio para la supervivencia y multiplicación del insecto vector (Fig. 3).
2. Reducir la ventana de siembra: Las siembras escalonadas permiten que el vector sobreviva e incremente su población. Por el contrario, si se logra una ventana de al menos 90 días sin maíz las poblaciones disminuyen por falta de alimento y con ello el riesgo de enfermedad.
3. Tolerancia genética: Existen diferencia en los niveles de tolerancia entre híbridos, pero esto no puede ser utilizado como única herramienta de manejo. Esto se debe a que esta tolerancia esta asociada a preferencias del vector, carga de mollicutes y tiempo de alimentación. Todas estas barreras pueden ser superadas en condiciones de alta presión de la enfermedad. Las plantas tolerantes desde el punto de vista fitopatológico pueden estar infectadas y expresar en menor medida los síntomas pero aun así continúan siendo fuente de inóculo.
Fig. 3: Plantas de maíz voluntarias, fuente de inoculo y refugio para Dalbulus maidis.
4. Tratamiento de semillas: El cultivo es susceptible desde la emergencia. Cuanto más temprano se produce la infección mayor daño genera, ya que el patógeno tiene más tiempo para reproducirse dentro de la planta. El tratamiento profesional de semilla con insecticidas del grupo neonicotinoides usualmente utilizados para control de insectos chupadores como las chinches posee una buena efectividad para el control de chicharritas y protege a las plantas hasta la etapa de V2.
5. Control del insecto vector: Esta herramienta posee poca efectividad si no va acompañada de las prácticas antes mencionadas. Cuanto más tiempo retrasemos el ingreso del vector al lote menor será el daño. Por ello se debe monitorear y controlar el nivel de población del vector en el período crítico de V2 a V10 (Fig. 4).
Fig. 4: período crítico para control de Dalbulus maidis.
Actualmente existen productos utilizados para insectos chupadores de buen nivel de control para el vector. El efecto de volteo es importante ya que el vector para completar una inoculación efectiva debe alimentarse al menos 1 hora sobre la misma planta.